"Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas." Isaías 42:6-7

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Podemos ver los atributos amorosos de Dios en este capítulo.  Cuando la desesperación y el momento difícil llegan a la vida del hombre, nuestro Dios comenzará a tratarnos con misericordia.  Dios nunca aplastará al hombre, todo lo contrario, él envió a su Hijo Unigénito para que a través de su sacrificio en la cruz del Calvario esta humanidad tuviera una oportunidad de salvación.  Lo que nos deja saber, es que mientras haya vida, tenemos la oportunidad de venir a los pies de Cristo, y arrepentirnos de nuestros pecados.  Son muchos los ojos de los ciegos que deben de ser abiertos, y muchos que están prisioneros en sus propios pecados y moran en tinieblas.  Pero, no seamos acusadores de aquellos que no han conocido a Cristo todavía, porque hay algunos dentro del redil que también se están perdiendo y no se dan cuenta.  Me gusta la analogía de la mano acusadora que apunta con un dedo, pero al doblar la mano hay tres dedos que vienen de vuelta a señalarnos, pues nos enseña a autoevaluarnos antes de hablar.

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Tengamos presente que al hacer nuestra prédica, un discurso, un sermón o una pequeña reflexión como esta, estemos plenamente seguro que la misma nos haya hablado a nosotros primeramente antes de difundir el mensaje a otros.  El mundo está sediento de recibir una palabra que los alienten a confiar en el Señor, que les de la esperanza y la paz que este mundo no puede ofrecer.  Así, que es tiempo de abrirles los ojos a los ciegos para que esta “palabra de Dios que es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos: y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12), haga su trabajo.  Lo que Dios desea es que la palabra traiga al arrepentimiento a aquellos que no le conocen todavía. ​

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Dios ha llamado a su pueblo a predicar el evangelio a toda criatura, y usted y yo necesitamos estar sanos y saludables en el ámbito espiritual.  Un árbol de manzana jamás podrá dar limones, y mucho menos una persona que tiene raíces de amargura podrá traer esperanza a un mundo que carece de ella.  Dios estará con nosotros, y apoyará nuestro ministerio, nuestro trabajo y todo aquello que sea puesto en nuestras manos para el bien del reino. Pero debe haber sometimiento y disposición genuino de parte de nosotros.  Para predicar el evangelio debemos de haber vivido el evangelio, creerlo, sentirlo, experimentarlo, gozarlo y disfrutarlo.  Usted puede hacer que otros deseen lo que usted tiene, si lo proyecta de una manera convincente.  Esto solamente sucede cuando usted lo vive, lo siente y lo experimenta.

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Hoy vivimos tiempos difíciles, pero lo que aquí vivimos, aunque se ve mal no es la morada eterna de un siervo de Dios.  Así, que vivamos un evangelio en todo su esplendor, conectado y confiado de las grandezas que Dios ha prometido a su pueblo.  Madurez espiritual es lo que demanda el Señor de cada uno de nosotros, y sé que todos hemos sido confrontados en este tiempo que vivimos.  Vea esta época, como un tiempo para reflexionar y de tener intimidad con el Señor.  Además, pongamos nuestra mente a trabajar, pensemos más allá, y cuestiónese; ¿Acaso las puertas de los cielos están próximas a abrirse para dejar entrar al pueblo de Dios? ¿Y si Dios buscara a su pueblo, estaría yo preparado para ser levantado y así estar junto a Él? ¿He sido constante de la buena batalla que tanto he proclamado? ¿Estoy acto para ir a morar con él?

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Autoevalúese, yo lo hice. Así que no dilate este proceso y haga este ejercicio que es muy saludable, Dios nos habla íntimamente cuando lo hacemos. Los tiempos podrán ser difíciles, pero todo lo podemos en Cristo que nos fortalece.  No olvidemos lo que dice la palabra, "La Biblia" que se está cumpliendo: "Y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo" Lucas 21:11

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Todavía si seguimos leyendo todos los versículos del Cap. 21 de Lucas, nos daremos cuenta que Jesús orienta a sus discípulos sobre la venida del Hijo del Hombre indicándoles que cuando "veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios" Lucas 21:31.  Y el versículo 33 dice "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán".  Pueblo de Dios, la venida del Señor está cerca. 

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"Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre." Lucas 21:36

Dios les bendiga grandemente!